jueves, 14 de mayo de 2009
Sobre Hollywood (Argentina)
Autor: Leandro Siciliano
En busca de la ciudad perdida
Los argentinos hacemos todo a lo grande
La aventura comenzó un 19 de junio de 1950, cuando un grupo de visionarios oportunistas -disfrazados de amantes del cine vernáculo- creó la Unión Continental S.A., una fantástica idea-negocio cuya finalidad era construir una copia de “Hollywood” pero más moderna y más pujante y a sólo 37 kilómetros de la Capital Federal. Su nombre fundacional tenía poco de imaginativo (“Ciudad Cinematográfica Argentina”) pero su slogan de venta era más que tentador : “Atrévase a ser rico”. Esta nueva Meca del séptimo arte, amparada por el hecho de contar con una poderosa industria fílmica (1) local -que producía 50 películas por año gracias al crédito oficial (2) -no iba a tener nada que envidiarle a su madre de leche americana.
La idea consistía en crear una “joya entre las muchas joyas de la Patria”. Una ciudad donde los astros y estrellas de la pantalla grande levantarían suntuosas residencias. Donde se edificarían grandes estudios, maravillosas avenidas y calles de gran concentración comercial.
El negocio estaba en la venta de casas o terrenos a particulares que quisieran “asegurar su futuro”, ya que para la Unión Continental S.A, adquirir una propiedad en semejante paraíso significaba una excelente inversión, un negocio de película.
Así presentado, idea y negocio constituían un gancho perfecto. Quién no iba a querer vivir en un lugar así?.
Compramos un sueño...
La Ciudad Cinematográfica había sido proyectada para ocupar un área de 338 hectáreas en el partido de Moreno, y disponía de 8.000 parcelas para el loteo, donde se estimaba que vivirían unos 40.000 felices propietarios. Las tierras estaban ubicadas a la altura de la estación Francisco Alvarez del ferrocarril Sarmiento, cuartel 4º, Acceso Oeste, kilómetros 44 y 45 entre las calles Gorriti y Almafuerte, y las atravesaba el arroyo Las Catonas. Los gestores de la iniciativa eran el productor de cine Júpiter Perussi, el ingeniero Ismael Díaz, y los doctores Raúl Abad, Santiago Carlos Fassi y Ángel Eduardo Roffo (3) (dueño de las tierras).
El 30 de junio de 1950 comenzó la cacería. Desde sus oficinas de Maipú 509 (Capital) la flamante Unión Continental S.A. lanzó su ofensiva en busca de soñadores. La propuesta era tan excitante como descabellada: “Atrévase a ser Rico!...Ha nacido una Ciudad”. Y como todo este tipo de propuestas parecía alcanzable. Con un anticipo de 3 mil pesos y 360 cómodas mensualidades uno podía tener una casa de ensueño en la pródigas tierras de la fantasía. “Su casa no debe ser una de tantas, una vivienda vulgar. Su casa ha de ser como una casa de Hollywood, como las que vemos tantas veces en el cine; como las alegres y confortables viviendas de las más famosas figuras de nuestra pantalla. Así será su casa si la hace construir en los magníficos terrenos que tiene la Ciudad Cinematográfica”. Para avalar el ofrecimiento, se brindaba una lista de 96 felices artistas poseedores de terrenos. Entre ellos figuraban Amelia Bence, Olinda Bozán, Tito Lusiardo, Aída Luz, Luis Sandrini, Juan Carlos Thorry y Tita Merello. La repercusión fue tan grande que las tierras de la zona subieron de valor y muchos especularon con la compra de terrenos para embolsarse una carnosa ganancia.
El 2 de octubre de 1951 se subdividió en lotes una fracción de 10 hectáreas (16 manzanas) de terreno, y se procedió luego a su venta. Pero la plata no alcanzaba. Los costos que requerían la construcción de la Ciudad se hicieron cada vez más altos. La realidad se impuso sobre la ficción. El sueño hollywoodense terminó siendo eso, sólo un sueño.
Hagamos un country
El negocio nunca tuvo un ápice de verdad. Por aquellos tiempos, era una práctica común “utilizar” a figuras del ambiente artístico para abrir diferentes puntos de venta. Muchas de ellas ni siquiera se enteraban de que sus nombres habían sido usados. Con la Ciudad Cinematográfica pasó lo mismo. Se intentó aprovechar una situación ventajosa para abrochar una operación comercial de envergadura. Por otro lado, resultaba difícil aceptar que los grandes estudios de la época (Lumiton, Emelco, Sono Film, Mapol), instalados con infraestructura importante y muy dispersos (Munro, San Miguel, Bella Vista), pudieran ponerse de acuerdo para establecerse en un lugar común y convivir como una familia unida, ya que justamente, eran todo lo contrario.
Hoy, las famosas tierras de Moreno, son ocupadas por el Country del Club Banco Provincia. La Ciudad Cinematográfica terminó siendo una película que jamás se filmó. MCI
NOTAS
(1) Industria fílmica: En 1950 había en Argentina 1855 cines con una capacidad total de 900.000 butacas. La concurrencia era de 110 millones de espectadores (1º de América y 6º del mundo). Se filmaron 57 películas.
(2) Crédito oficial: Por ley 12.999 la industria cinematográfica argentina contó con la protección oficial, en base al otorgamiento de subsidios y la reducción de los estrenos extranjeros. La abundancia de films nacionales no significó por tanto, el atravesamiento de una etapa de prosperidad, sino más bien indicó que el crédito estatal había sido dado con demasiada prodigalidad.
(3) Angel Eduardo Roffo: Hijo del famoso cancerólogo Angel H. Roffo (1882-1947) y de la fundadora de la liga de lucha contra el Cáncer (LALCEC), Helena Larroque de Roffo (1883-1924).
Publicado originalmente en MCI - Megasitio de Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)
En busca de la ciudad perdida
Los argentinos hacemos todo a lo grande
La aventura comenzó un 19 de junio de 1950, cuando un grupo de visionarios oportunistas -disfrazados de amantes del cine vernáculo- creó la Unión Continental S.A., una fantástica idea-negocio cuya finalidad era construir una copia de “Hollywood” pero más moderna y más pujante y a sólo 37 kilómetros de la Capital Federal. Su nombre fundacional tenía poco de imaginativo (“Ciudad Cinematográfica Argentina”) pero su slogan de venta era más que tentador : “Atrévase a ser rico”. Esta nueva Meca del séptimo arte, amparada por el hecho de contar con una poderosa industria fílmica (1) local -que producía 50 películas por año gracias al crédito oficial (2) -no iba a tener nada que envidiarle a su madre de leche americana.
La idea consistía en crear una “joya entre las muchas joyas de la Patria”. Una ciudad donde los astros y estrellas de la pantalla grande levantarían suntuosas residencias. Donde se edificarían grandes estudios, maravillosas avenidas y calles de gran concentración comercial.
El negocio estaba en la venta de casas o terrenos a particulares que quisieran “asegurar su futuro”, ya que para la Unión Continental S.A, adquirir una propiedad en semejante paraíso significaba una excelente inversión, un negocio de película.
Así presentado, idea y negocio constituían un gancho perfecto. Quién no iba a querer vivir en un lugar así?.
Compramos un sueño...
La Ciudad Cinematográfica había sido proyectada para ocupar un área de 338 hectáreas en el partido de Moreno, y disponía de 8.000 parcelas para el loteo, donde se estimaba que vivirían unos 40.000 felices propietarios. Las tierras estaban ubicadas a la altura de la estación Francisco Alvarez del ferrocarril Sarmiento, cuartel 4º, Acceso Oeste, kilómetros 44 y 45 entre las calles Gorriti y Almafuerte, y las atravesaba el arroyo Las Catonas. Los gestores de la iniciativa eran el productor de cine Júpiter Perussi, el ingeniero Ismael Díaz, y los doctores Raúl Abad, Santiago Carlos Fassi y Ángel Eduardo Roffo (3) (dueño de las tierras).
El 30 de junio de 1950 comenzó la cacería. Desde sus oficinas de Maipú 509 (Capital) la flamante Unión Continental S.A. lanzó su ofensiva en busca de soñadores. La propuesta era tan excitante como descabellada: “Atrévase a ser Rico!...Ha nacido una Ciudad”. Y como todo este tipo de propuestas parecía alcanzable. Con un anticipo de 3 mil pesos y 360 cómodas mensualidades uno podía tener una casa de ensueño en la pródigas tierras de la fantasía. “Su casa no debe ser una de tantas, una vivienda vulgar. Su casa ha de ser como una casa de Hollywood, como las que vemos tantas veces en el cine; como las alegres y confortables viviendas de las más famosas figuras de nuestra pantalla. Así será su casa si la hace construir en los magníficos terrenos que tiene la Ciudad Cinematográfica”. Para avalar el ofrecimiento, se brindaba una lista de 96 felices artistas poseedores de terrenos. Entre ellos figuraban Amelia Bence, Olinda Bozán, Tito Lusiardo, Aída Luz, Luis Sandrini, Juan Carlos Thorry y Tita Merello. La repercusión fue tan grande que las tierras de la zona subieron de valor y muchos especularon con la compra de terrenos para embolsarse una carnosa ganancia.
El 2 de octubre de 1951 se subdividió en lotes una fracción de 10 hectáreas (16 manzanas) de terreno, y se procedió luego a su venta. Pero la plata no alcanzaba. Los costos que requerían la construcción de la Ciudad se hicieron cada vez más altos. La realidad se impuso sobre la ficción. El sueño hollywoodense terminó siendo eso, sólo un sueño.
Hagamos un country
El negocio nunca tuvo un ápice de verdad. Por aquellos tiempos, era una práctica común “utilizar” a figuras del ambiente artístico para abrir diferentes puntos de venta. Muchas de ellas ni siquiera se enteraban de que sus nombres habían sido usados. Con la Ciudad Cinematográfica pasó lo mismo. Se intentó aprovechar una situación ventajosa para abrochar una operación comercial de envergadura. Por otro lado, resultaba difícil aceptar que los grandes estudios de la época (Lumiton, Emelco, Sono Film, Mapol), instalados con infraestructura importante y muy dispersos (Munro, San Miguel, Bella Vista), pudieran ponerse de acuerdo para establecerse en un lugar común y convivir como una familia unida, ya que justamente, eran todo lo contrario.
Hoy, las famosas tierras de Moreno, son ocupadas por el Country del Club Banco Provincia. La Ciudad Cinematográfica terminó siendo una película que jamás se filmó. MCI
NOTAS
(1) Industria fílmica: En 1950 había en Argentina 1855 cines con una capacidad total de 900.000 butacas. La concurrencia era de 110 millones de espectadores (1º de América y 6º del mundo). Se filmaron 57 películas.
(2) Crédito oficial: Por ley 12.999 la industria cinematográfica argentina contó con la protección oficial, en base al otorgamiento de subsidios y la reducción de los estrenos extranjeros. La abundancia de films nacionales no significó por tanto, el atravesamiento de una etapa de prosperidad, sino más bien indicó que el crédito estatal había sido dado con demasiada prodigalidad.
(3) Angel Eduardo Roffo: Hijo del famoso cancerólogo Angel H. Roffo (1882-1947) y de la fundadora de la liga de lucha contra el Cáncer (LALCEC), Helena Larroque de Roffo (1883-1924).
Publicado originalmente en MCI - Megasitio de Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)
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