jueves, 14 de mayo de 2009
Sobre el Cine Argentino modelo 2001
Autor: Cynthia Sabat csabat@gmail.com
Cine Argentino 2001: con la intención no basta
El cine argentino que se vio y que se verá este año tiene, como en años anteriores, un denominador común que no alcanza: las buenas intenciones. La oferta cinematográfica nacional que se ofrecerá al público este año no se caracteriza precisamente por las grandes producciones, ni por las historias brillantes ni por las buenas ideas de producción. Básicamente se trata de una producción muy variada en cuanto a temas y estéticas, con un muy alto porcentaje de operas prima, que llega peligrosamente desprotegida al momento del estreno.
El porcentaje de películas argentinas que pueden, hoy por hoy, competir dignamente en un mercado donde el 68,8% de las entradas vendidas son para el cine americano, es casi inexistente. Es por eso que las buenas intenciones a la hora de emprender una producción independiente, conseguir los capitales, rodar y luego terminar una película argentina se transforma en una trampa mortal y en un pasaje seguro a la frustración: en cuántas salas podrá estrenarse? Hoy por hoy las salas disponibles para los pequeños estrenos argentinos son el Cine Cosmos, el Complejo Tita Merello, y el Village Recoleta, complejo que está dando últimamente la posibilidad de estreno a realizadores que de otra manera no podrían hacerlo.
¿En cuántos horarios podrá verse la película? Cuántos espectadores podrá llevar, teniendo en cuenta el apoyo de publicidad, de distribución, y la comptencia con títulos que parecen imbatibles a la hora de competir por una entrada? Si pensamos en estas variables difícilmente una película argentina pueda mantenerse en cartel más de una o dos semanas, y por lo tanto el director y su equipo habrán hecho todo el esfuerzo por 2.000 espectadores.
No se trata de desalantar la producción de cine argentino, sino de alertar sobre un grave problema de nuestro cine, del que muy pocos tienen conciencia: no se debe alentar el amateurismo, no se deben fomentar las “buenas intenciones” al embarcarse en préstamos e inversiones, sin tener en cuenta las posibilidades reales de estreno y de recuperación de inversión que la película pueda tener.
Para muestra basta un botón
El cine que puedimos ver hasta ahora es una clara muestra de lo que podrá llegar a la salas. Se estima que el volumen de estrenos programados para este año alcanzaría para que haya un estreno nacional por semana. La película nacional que abrió la cartelera nacional este año fue la injustamente maltratada por la crítica No quiero volver a casa, de Albertina Carri. Esta película que fue alabada por los principales diarios fue lapidada al momento de su estreno. No es la misma película la que se estrena comercialmente, de la que se proyectó en el Festival de Cine Independiente? Sin embargo parece que esta desencantada tragedia urbana de la prometedora Albertina Carri no estaría a la altura de competir con títulos extranjeros. Es notable como los formadores de opinión (Clarín, La Nación, Página 12) pueden volverse alentadoramente progresistas, para un minuto después retroceder siglos y condenar a un cine argentino que no entienden, subrayando las “buenas intenciones” como único mérito.
Después de la película de Carri llegaron Viaje por el cuerpo de Jorge Polaco, uno de los pocos directores en estrenar hasta el momento que tiene una carrera en el cine. Polaco es un director personal, por sobre todas las cosas, pero eso no justifica su cine. Viaje por el cuerpo está destinada a un público que ve las películas de Polaco. El porcentaje de nuevos espectadores para esta película debe ser muy bajo, dado que se trata de una película de difícil visión. Cabecita Rubia fue el primer estreno de un director del interior, el tucumano Luis Sampieri. Esta película es el mejor exponente de la “buena intención” que no basta hoy para estrenar cine argentino. La película se arriesga a plantear una road movie de freaks, que transcurre por rutas inhóspitas y paisajes desolados, a partir de un puñado de personajes raros. Las falencias técnicas en la realización llegan hasta lo imperdonable, y lleva a reflexionar acerca de las condiciones que debería cumplir una película para ser estrenada, teniendo en cuenta el respeto que merece el espectador, que pagó la nada módica suma de $7,50. para verla. Además llegaron Ciudad sin Luz, película oscura de un santafesino, y se estrenó en Buenos Aires Quién mató a los gorriones?, una producción que se estrenó muy limitadamente en el interior y que llega en el 2001, como en una odisea, a la gran ciudad, sólo en el Tita Merello. La experiencia de ver Maldita Cocaína, una coproducción entre Uruguay, Argentina y Estados Unidos, es lamentable. Apoyada en la seducción que pueda tener en la platea el debut cinematográfico de Osvaldo Laport, la película tiene un guión increíblemente descuidado e infantil, con un conocimiento tan básico de lo que es un policial que en vez de generar suspenso, drama y acción, se vuelve una parodia y genera risa.
Si pensamos que durante el 2000 el 19% de entradas vendidas fueron para el cine argentino, hay que preguntarse cuál es el precio de tratar de estrenar la mayor cantidad de películas argentinas por año? Es la cantidad o la calidad la que define el cine argentino del 2001? Por qué no cuidar al espectador de cine argentino, al que ya las malas experiencias lo tienen cansado? Por qué no ir más allá de las buenas intenciones? MCI
Publicado originalmente en el sitio MCI - Megasitio de Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)
Cine Argentino 2001: con la intención no basta
El cine argentino que se vio y que se verá este año tiene, como en años anteriores, un denominador común que no alcanza: las buenas intenciones. La oferta cinematográfica nacional que se ofrecerá al público este año no se caracteriza precisamente por las grandes producciones, ni por las historias brillantes ni por las buenas ideas de producción. Básicamente se trata de una producción muy variada en cuanto a temas y estéticas, con un muy alto porcentaje de operas prima, que llega peligrosamente desprotegida al momento del estreno.
El porcentaje de películas argentinas que pueden, hoy por hoy, competir dignamente en un mercado donde el 68,8% de las entradas vendidas son para el cine americano, es casi inexistente. Es por eso que las buenas intenciones a la hora de emprender una producción independiente, conseguir los capitales, rodar y luego terminar una película argentina se transforma en una trampa mortal y en un pasaje seguro a la frustración: en cuántas salas podrá estrenarse? Hoy por hoy las salas disponibles para los pequeños estrenos argentinos son el Cine Cosmos, el Complejo Tita Merello, y el Village Recoleta, complejo que está dando últimamente la posibilidad de estreno a realizadores que de otra manera no podrían hacerlo.
¿En cuántos horarios podrá verse la película? Cuántos espectadores podrá llevar, teniendo en cuenta el apoyo de publicidad, de distribución, y la comptencia con títulos que parecen imbatibles a la hora de competir por una entrada? Si pensamos en estas variables difícilmente una película argentina pueda mantenerse en cartel más de una o dos semanas, y por lo tanto el director y su equipo habrán hecho todo el esfuerzo por 2.000 espectadores.
No se trata de desalantar la producción de cine argentino, sino de alertar sobre un grave problema de nuestro cine, del que muy pocos tienen conciencia: no se debe alentar el amateurismo, no se deben fomentar las “buenas intenciones” al embarcarse en préstamos e inversiones, sin tener en cuenta las posibilidades reales de estreno y de recuperación de inversión que la película pueda tener.
Para muestra basta un botón
El cine que puedimos ver hasta ahora es una clara muestra de lo que podrá llegar a la salas. Se estima que el volumen de estrenos programados para este año alcanzaría para que haya un estreno nacional por semana. La película nacional que abrió la cartelera nacional este año fue la injustamente maltratada por la crítica No quiero volver a casa, de Albertina Carri. Esta película que fue alabada por los principales diarios fue lapidada al momento de su estreno. No es la misma película la que se estrena comercialmente, de la que se proyectó en el Festival de Cine Independiente? Sin embargo parece que esta desencantada tragedia urbana de la prometedora Albertina Carri no estaría a la altura de competir con títulos extranjeros. Es notable como los formadores de opinión (Clarín, La Nación, Página 12) pueden volverse alentadoramente progresistas, para un minuto después retroceder siglos y condenar a un cine argentino que no entienden, subrayando las “buenas intenciones” como único mérito.
Después de la película de Carri llegaron Viaje por el cuerpo de Jorge Polaco, uno de los pocos directores en estrenar hasta el momento que tiene una carrera en el cine. Polaco es un director personal, por sobre todas las cosas, pero eso no justifica su cine. Viaje por el cuerpo está destinada a un público que ve las películas de Polaco. El porcentaje de nuevos espectadores para esta película debe ser muy bajo, dado que se trata de una película de difícil visión. Cabecita Rubia fue el primer estreno de un director del interior, el tucumano Luis Sampieri. Esta película es el mejor exponente de la “buena intención” que no basta hoy para estrenar cine argentino. La película se arriesga a plantear una road movie de freaks, que transcurre por rutas inhóspitas y paisajes desolados, a partir de un puñado de personajes raros. Las falencias técnicas en la realización llegan hasta lo imperdonable, y lleva a reflexionar acerca de las condiciones que debería cumplir una película para ser estrenada, teniendo en cuenta el respeto que merece el espectador, que pagó la nada módica suma de $7,50. para verla. Además llegaron Ciudad sin Luz, película oscura de un santafesino, y se estrenó en Buenos Aires Quién mató a los gorriones?, una producción que se estrenó muy limitadamente en el interior y que llega en el 2001, como en una odisea, a la gran ciudad, sólo en el Tita Merello. La experiencia de ver Maldita Cocaína, una coproducción entre Uruguay, Argentina y Estados Unidos, es lamentable. Apoyada en la seducción que pueda tener en la platea el debut cinematográfico de Osvaldo Laport, la película tiene un guión increíblemente descuidado e infantil, con un conocimiento tan básico de lo que es un policial que en vez de generar suspenso, drama y acción, se vuelve una parodia y genera risa.
Si pensamos que durante el 2000 el 19% de entradas vendidas fueron para el cine argentino, hay que preguntarse cuál es el precio de tratar de estrenar la mayor cantidad de películas argentinas por año? Es la cantidad o la calidad la que define el cine argentino del 2001? Por qué no cuidar al espectador de cine argentino, al que ya las malas experiencias lo tienen cansado? Por qué no ir más allá de las buenas intenciones? MCI
Publicado originalmente en el sitio MCI - Megasitio de Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)
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