jueves, 14 de mayo de 2009
Sobre dos cortos de Daniel de la Vega
Autor: Cynthia Sabat csabat@gmail.com
Publicado el 4 de octubre de 1999
SUEÑO PROFUNDO, de Daniel de la Vega
No hay nada peor que ser víctima de nuestro propio fantasma. Eso parece querer demostrarnos Daniel de la Vega, con su corto “Sueño Profundo”. Y de hecho lo demuestra, envolviéndonos en una atmósfera enrarecida y siniestra donde se pierden las nociones de tiempo y espacio, de lo posible y lo imposible, y la pesadilla es el acecho de una fuerza que está más allá de nuestra voluntad.
Y para acentuar el terror certeramente el corto es mudo. Un hombre lucha contra su propio fantasma, contra un ser que es él y es otro, y que lo empuja a todas las maneras posibles de la muerte, rompiendo la lógica que separa sueño y vigilia, fantasía y realidad.
Para contar esta historia De la Vega utiliza muy bien el sonido, los claroscuros que hacen a lo terrorífico creíble, y sobre todo utiliza muy bien el montaje para introducirnos en el climax del terror, armando un puzzle caótico y oscuro que, como en toda pesadilla funciona de acuerdo a los mecanismos de desplazamiento y condensación.
Cuando uno cree haber pasado por lo peor, ahi aparece la mano de las tinieblas a mostrarnos que hay algo más, siempre puede haber algo más al descorrer la cortina de la ducha, detrás de la próxima puerta, o debajo de la cama.
LA ULTIMA CENA, de Daniel de la Vega
También podría llamarse Sueño Profundo ya que esta pobre mujer vivirá su última cena después de una pesadilla, que será solo un adelanto de la pesadilla que le tocará vivir: Una pata de pollo no será la misma cuando ella se de vueltas. Y lo siniestro se dejará ver cuando por debajo de la puerta empiece a colarse tierra (de cementerio, por supuesto), cuando una mano se deje ver por un instante a través de la ventana y el tiempo se le caiga encima de golpe y la vaya arrastrando, implacable, a la inevitable tumba, con cada golpe de pala de su enterrador.
La música y los sonidos ayudan a sumergirnos en esta atmósfera inquietante, donde el montaje está pensado para aterrar cada vez más, como una sombra fría que avanza, lenta pero sin detenerse.
Publicado originalmente en MCI - Megasitio de Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)
Publicado el 4 de octubre de 1999
SUEÑO PROFUNDO, de Daniel de la Vega
No hay nada peor que ser víctima de nuestro propio fantasma. Eso parece querer demostrarnos Daniel de la Vega, con su corto “Sueño Profundo”. Y de hecho lo demuestra, envolviéndonos en una atmósfera enrarecida y siniestra donde se pierden las nociones de tiempo y espacio, de lo posible y lo imposible, y la pesadilla es el acecho de una fuerza que está más allá de nuestra voluntad.
Y para acentuar el terror certeramente el corto es mudo. Un hombre lucha contra su propio fantasma, contra un ser que es él y es otro, y que lo empuja a todas las maneras posibles de la muerte, rompiendo la lógica que separa sueño y vigilia, fantasía y realidad.
Para contar esta historia De la Vega utiliza muy bien el sonido, los claroscuros que hacen a lo terrorífico creíble, y sobre todo utiliza muy bien el montaje para introducirnos en el climax del terror, armando un puzzle caótico y oscuro que, como en toda pesadilla funciona de acuerdo a los mecanismos de desplazamiento y condensación.
Cuando uno cree haber pasado por lo peor, ahi aparece la mano de las tinieblas a mostrarnos que hay algo más, siempre puede haber algo más al descorrer la cortina de la ducha, detrás de la próxima puerta, o debajo de la cama.
LA ULTIMA CENA, de Daniel de la Vega
También podría llamarse Sueño Profundo ya que esta pobre mujer vivirá su última cena después de una pesadilla, que será solo un adelanto de la pesadilla que le tocará vivir: Una pata de pollo no será la misma cuando ella se de vueltas. Y lo siniestro se dejará ver cuando por debajo de la puerta empiece a colarse tierra (de cementerio, por supuesto), cuando una mano se deje ver por un instante a través de la ventana y el tiempo se le caiga encima de golpe y la vaya arrastrando, implacable, a la inevitable tumba, con cada golpe de pala de su enterrador.
La música y los sonidos ayudan a sumergirnos en esta atmósfera inquietante, donde el montaje está pensado para aterrar cada vez más, como una sombra fría que avanza, lenta pero sin detenerse.
Publicado originalmente en MCI - Megasitio de Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)
Etiquetas:
Cine argentino,
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Cortometrajes
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