sábado, 20 de junio de 2009

Sobre Violent Cop


Autor: Cynthia Sabat
Publicada en 1999

Kitano o la velocidad de la muerte

A 10 años de su estreno, Violent Cop ve la luz en una sola sala porteña (el Cine Cosmos) y en formato video. Es una lástima que el cine independiente sufra la doble marginación de por un lado contar con poquísimas salas, y por otro como en este caso, el hecho de ser exhibida en formato de video. La poca calidad del transfer obliga al espectador a tratar de olvidarse de los fantasmas que ensucian la pantalla para entrar en el verdadero dramatismo de la historia. Por suerte la acción y la violencia no faltan en Violent Cop. Y precisamente allí, en la dosificación de la acción y la violencia, de la ternura y la humanidad es donde reside la potencia de la historia. Azuma, un polícía temerario propicio al gatillo fácil y a la violencia silenciosa es el protagonista de la historia.Y Azuma está personificado por el gran Kitano: actor, director y escritor de sus propias películas.

Se trata de la historia de los mundialmente famosos poliladron: aquel que trabaja en las fuerzas del orden, pero a la vez se implica con inescrupulosos personajes de la mafia hasta que queda enredado hasta el pescuezo en su propio juego: Violent Cop nos dice que ese rol, el de traidor, va a ser siempre cubierto por otro cuando el anterior se haya o lo hayan suicidado.

Lo que asombra en Violent Cop en primer lugar es la inevitable relación que se estable con Flores de fuego, la película que dio a conocer a ese maestro que es Kitano en Argentina. Parece que Kitano hubiera hecho una sola película en dos partes. Ambas historias enlazan a Azuma y a Nishi en un mismo camino (los dos policías que protagonizan ambas películas, personificados por Kitano con 10 años de diferencia). En ambas historias la locura urbana de la violencia desatada en las calles por policías y temibles yakuzas (gangsters) es el escenario para que sus personajes caigan en las redes del destino, generalmente de la mano de la mala suerte, y para que Kitano les de la oportunidad o no de sobrevivir hasta el final de la película.

El lugar de la muerte en Kitano

Uno de los detalles que más impactan en Kitano ( en lo que nos han dejado ver hasta ahora) es lo que llamo la velocidad de la muerte: las historias parecen suceder sobre un pentagrama con notas que marcan la evolución hacia cierto tipo de muerte de los personajes. Existe la muerte silenciosa de un gángster de traje gris con un tiro seco en el medio de su frente; la muerte de gesto de espanto de aquel que muere en manos de alguien que disfruta torturándolo; y está la muerte lenta y apacible de la mujer de Nishi y de su amigo Horibe en Flores de fuego, y de la compañia silenciosa y culpable de ese personaje magnífico interpretado por Kitano. Y cuando hablo de muerte no me refiero solo a la muerte física, sino más bien al concepto de fin: algo sigue el implacable designio del destino para terminar, quizás, como merecía terminar.

La dirección de fotografía y la música son parte esencial en la eficacia del relato. Kitano ya recurre en su ópera prima a personajes que conformarán su universo: mujeres silenciosas y enfermas, policías a los que le cambia la suerte, la culpa, el destino, la violencia inesperada y excesiva. Cada uno tiene la muerte escrita en la frente, y quizás los silenciosos personajes de Takeshi bailan una danza quieta en un lugar que para eso sirve, para dejar pasar el tiempo. MCI

Publicada originalmente en Megasitio Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)

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