martes, 9 de junio de 2009

Sobre Perdidos en La Mancha


Terry William contra los molinos de viento

Autor: Karina Suárez, desde Edimburgo
(ksuarez@blueyonder.co.uk)

Perdidos en La Mancha es un documental independiente acerca de la filmación de una película del director Terry Gilliam que jamás logró terminarse: El hombre que mató a Don Quijote. Cuando los documentalistas Keith Fulton y Louis Pepe comenzaron a registrar el rodaje de lo que sería una de las películas más costosas de la historia del cine, se encontraron de pronto con un giro inesperado en la trama, cuando la empresa quijotesca se convirtió en un fracaso tortuoso, ya que la película nunca existió.

Se trata de una experiencia única y por demás interesante para meterse de lleno en los vericuetos y sinsabores de una compleja producción cinematográfica. Los documentalistas habían realizado el detrás de escena del anterior film de Gilliam, 12 monos, y contaban con la bendición del director y libre acceso desde el incio de la pre-producción.

Comenzamos de la mano de un Gilliam entusiasta, quien con su energía a pleno relata lo que será la concreción de su más anhelado proyecto (postergado a lo largo de más de diez años): llevar al cine la vida de Don Quijote. El realizador parece haber encontrado su alter-ego perfecto en Don Quijote, un loco soñador y un luchador contra gigantes. El mismo cuenta a cámara que en este proyecto intentará sobrevivir sin los abultados presupuestos de un gigante que se llama Hollywood. Para escapar a las garras y restricciones que le imponía la industria, el director se refugia en Europa y cuenta con inversionistas que apoyan su proyecto brindándole libertad creativa. Sin embargo el film es demasiado ambicioso, e increíbles sucesos parecen confabularse para que todo fracase al final.

Luego de arduas elecciones en la búsqueda de la locación perfecta recorriendo toda España, el lugar elegido resulta ser un campo militar al que no dejan de sobrevolar aviones haciendo imposible el sonido directo. Pero lo peor aún está por ocurrir... Durante uno de los primeros días de rodaje, el equipo de filmación decide hacer un alto para el almuerzo y una increíble tormenta de granizo se desata de pronto inundando todo y arruinando los costosos equipos y vestuarios en un alud de barro que parece salido de una de las mejores escena de cine catástrofe jamás filmadas.

El comienzo del fin

La producción contaba con increíbles escenografías, vestuarios y marionetas estilo hispano, y grotescos extras, pero los actores principales se demoraban en llegar al set de filmación aludiendo otros compromisos laborales. Finalmente llega Johnny Depp, quien interpreta a Sancho Panza. El actor demuestra estar apasionado con su rol, incluso debate acaloradamente con Gilliam sobre detalles del guión. El actor principal, el francés Jean Rochefort, también parece estar profundamente interesado en interpretar al Quijote. Para ello se ha preparado durante meses estudiando inglés, aunque a duras penas puede comunicarse con el director. En los primeros días de rodaje el actor comienza a sufrir algunas molestias cuando tiene que montar a Rosinante. Al día siguiente es internado de urgencia por una severa hernia de disco. El film comienza a desintegrarse, sin Rochefort, el perfecto Quijote (según Gilliam), es imposible rodar la película.

Los inversionistas se alarman y empiezan a presionar al ver la increíble cantidad de días de rodaje perdidos con la producción totalmente estancada. El fantasma de Las aventuras del Baron Munchausen, uno de los más rotundos fracasos de la carrera de Gilliam, comienza a sobrevolar el alicaído set de filmación. Paulatinamente la alegría inicial se irá desdibujando, hasta llegar a la más dolorosa realidad que el soñador de Gilliam se niega rotundamente a aceptar: es imposible llevar a cabo este film porque no hay actor principal y tampoco presupuesto.

Resulta conmovedor ver como el director seguirá intentándolo, luchando contra molinos de viento, productores e inversores. La elección de recursos que utilizan los documentalistas es notable, ya que al estar imposibilitados en mostrar una película de la que sólo llegaron a filmarse un par de escenas, decidieron recurrir a los bocetos del storyline de Gilliam, transformándolos en disparadas animaciones narradas en off por el propio director.

Misteriosamente llevar al cine la vida del ingenioso hidalgo encierra una especie de maleficio, porque veinte años de obsesión también le costó a Orson Welles, hasta que desistió del proyecto sin jamás poder llevarlo a la pantalla. Mientras tanto el sueño imposible de Gillian continúa inconcluso.MCI


Publicado originalmente en Megasitio de Cine Independiente (www.cineindependiente.com.ar)

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